Entregas abril 2007

21 de abril de 2007

La Cumbre de Isla Margarita

Lamentablemente, al abrir una columna singular –ésta lo es, porque ahora el autor se vale de este medio para difundirla–, se encuentra que no hay mucho para celebrar. Sigue la práctica de la imposición, de limitación de las libertades democráticas y se aleja la esperanza de consolidar una nación diversa, solidaria y unida. Pero es más: se está intentando hacer que el país se vaya aislando del mundo moderno, lo que puede sumir a la nación en un mayor atraso, sin perspectivas de progreso, en un tiempo en que la interdependencia se manifiesta como un fenómeno contemporáneo imposible de soslayar.

En esto de aislarnos, aunque parezca una paradoja, no estamos solos. Tenemos el triste consuelo de la compañía y el aliento insano del Presidente de Venezuela, quien está enfrascado en sembrar la división y el odio irracional, buscando apoyos en espíritus poco avisados. Y, en ese empeño, compromete la inmensa riqueza de su país, que bien podría cimentar el progreso y el bienestar.

Pero los vientos internacionales ya no son tan favorables para el “chavismo” y, por supuesto, para sus seguidores que cada vez son menos. La reciente cumbre de Isla Margarita acaba de mostrar fisuras que podrían ensancharse, haciendo desaparecer este peculiar e inquietante fenómeno. Estas fisuras, que fueron advertidas por los medios de comunicación del continente, podrían cambiar los actuales términos de la política latinoamericana. Parecería que está quedado atrás el entusiasmo del extremismo de consolidar un poderoso frente continental de enfrentamiento con los Estados Unidos.

Es que la política perturbadora del chavismo cae en el absurdo y la imprudencia. Sentirse predestinado para forjar un continente sobre la base de la confrontación, de la estridencia y frecuentemente de la palabra ofensiva y obscena, no tiene porvenir. Y lo que parece menos comprensible es que, en el afán de sentirse parte de una “izquierda en lucha contra el imperio”, todavía haya seguidores –como el presidente de Bolivia– que comprometen a su propio país en esta espiral de insensatez, aun comprobando dos hechos importantes: una doble moral del gobierno de Caracas que disfruta de un intenso comercio bilateral con los Estados Unidos, y a la vez tiene una manifiesta deslealtad con Bolivia –la presunta protegida– cuando se trata de asuntos económicos de los que saca partido, como la compra de soja de los Estados Unidos a costa de la que compraba hasta hace poco a Bolivia.

Volviendo a las fisuras, hay que señalar algunas:

El Presidente del Uruguay no participó en la Cumbre. Es que, pese a que su gobierno representa a casi todo el espectro de la izquierda uruguaya, reconoce la necesidad de llegar acuerdos comerciales beneficiosos con los Estados Unidos, en contradicción con la prédica chavista de que no hay que concertar con este país, pese a que Venezuela provee grandes cantidades de petróleo al mercado de norteamericano y es uno de los grandes compradores sudamericanos de productos del país del Norte. El ambiente en Montevideo parece que no está para cumbres improductivas.

El Presidente argentino, al sentir que su actuación en la Cumbre no sería estelar y con el lastre de una complicada situación política interna, abandonó la cumbre con malhumor manifiesto. –"A ver, tráiganle un café al presidente Kirchner", dijo Hugo Chávez, y miró con una media sonrisa hacia donde estaba, con cara de pocos amigos, el presidente argentino, que una hora después de ese episodio abandonaba de manera abrupta las deliberaciones finales de la Primera Cumbre”. (La Nación de Buenos Aires). Así, no participó en el acto de la firma de los documentos aprobados. ¿No será que, con su verborrea insultante, el Presidente venezolano ha colmado la paciencia, inclusive del Presidente argentino?

La Presidenta de Chile, como lo anunció, fue a exigir en la propia Venezuela respeto a una institución chilena agraviada por Chávez, cumpliendo así con el propósito fundamental de su viaje. No hay ninguna posibilidad ni intención de Chile para abandonar sus acuerdos comerciales con los Estados Unidos, lo que significa un abismo de diferencias con el régimen de Caracas.

El Presidente del Perú Alan García no participó de la Cumbre, haciendo recordar los agravios personales que el Presidente Chávez lanzó, al inmiscuirse en las elecciones presidenciales peruanas.

El recientemente electo Presidente de Ecuador, se esfuerza en aclarar que no sigue los modelos de Chávez ni de Morales. Quizá, por ello, su política en el campo de la energía –su país es exportador de hidrocarburos– no tiene signos de la histeria prevaleciente.

Y lo espectacular: Ha quedado claro que Brasil no participará en un banco de fomento para los países sudamericanos ni en una OPEP del Gas, aguando así proyectos estrella de Presidente Chávez. Y más aún: el Presidente Lula da Silva, consiguió que no se mencione en la Cumbre los acuerdos a los que llegó con Washington en materia de bio-combustibles, lo que ya aparece como posición firme e incambiable de la política brasileña. Veamos un despacho periodístico desde isla Margarita: “Brasil endurece com Venezuela e Bolívia e ataca Opep do gás. Nova divergência marca encerramento de cúpula energética; etanol e Banco do Sul já haviam provocado polêmica” (“Brasil se endurece con Venezuela y Bolivia y ataca la OPEP del gas. Nueva divergencia marca la clausura de la cúpula energética; el etanol y el Banco del Sur ya habían provocado polémica”).

Y aquí lo inesperado: Evo, según los periodistas que cubrieron la Cumbre, tuvo un duro enfrentamiento verbal con Lula. El Mercurio de Santiago de Chile, informa: “El Presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, sostuvo un áspero diálogo con su homólogo boliviano Evo Morales sobre la indemnización por refinerías nacionalizadas, al margen de la Cumbre Energética en Venezuela y amenazó con suspender las inversiones en Bolivia, según la prensa brasileña”. Otra información, da cuenta que ”la dura respuesta es atribuida a Lula por el anuncio de Morales de que Bolivia asumirá el próximo 1 de mayo el control total de las dos refinerías de la brasileña Petrobrás, nacionalizadas hace un año sin pagar el valor total al que tendría derecho la empresa de acuerdo con las propias leyes bolivianas. ¿No estará Evo Morales arrepentido por haber pretendido, con su fiebre nacionalizadota, tocar las refinerías de Petrobrás en Bolivia? Porque ahora se enreda en una explicación poco seria: “Quiero decir (sic), no ha habido ninguna diferencia (…). Con el compañero Lula tenemos muchas amistades, muchas coincidencias” (La Razón, viernes 20 de abril de 2007).

Pero, como el discípulo que frecuentemente pretende mostrar que es más radical que el preceptor, el Presidente Morales hizo lo que Chávez no se atrevió: respaldar la absurda afirmación de Fidel Castro de que el bio–combustible hará que crezca el hambre en el mundo. ¿Y así pretende que hay “muchas amistades y muchas coincidencias” con el Presidente Lula da Silva?

Este complicado cuadro, anuncia que la coalición "anti-todo", presuntamente inspirada por el retirado presidente cubano Fidel Castro y conducida por el Presidente de Venezuela Hugo Chávez, no tiene futuro. ¿Será que ha llegado el principio del fin de otro curioso experimento político, de los que en el pasado enfermaron al continente?