Entregas mayo 2007

26 de mayo de 2007

Nos resistimos a creer que…

Es evidente que está predominando en muchos sectores de la ciudadanía, incluyendo a los que ya se han desencantado del folklore “masista”[1], la sensación de que lo que está sucediendo en el país es, simplemente, un episodio anecdótico –casi intrascendente– de la historia nacional. Que es un sueño –no una pesadilla– que pasará, que la sensatez y la seriedad volverá a la vida nacional, en especial a la política y a la conducta de los dirigentes.

La insistencia en un indigenismo anacrónico –lo de refundar el Incario fue una demasía y ya no se habla de esto–, se la toma como una ingenuidad más que provoca risas, sin advertir que tras ella se esconde la intención de abandonar todo lo existente, es decir instituciones, cultura, etc., con designios antidemocráticos. Y se atribuye también a la ignorancia el tono agresivo y las incitativas a la confrontación en discursos insultantes, cargados de amenazas. Se va insistiendo –con la repetición se pretende que se acuñe un axioma– que los que se oponen a cualquier política del gobierno, son facinerosos que cometen la herejía de sabotear el cambio, o sea que están contra el slogan “Bolivia cambia, Evo cumple…” [2], en una muestra de creciente culto a la personalidad, lo que es consustancial a los regimenes totalitarios.

Así, mientras los designios van avanzando, procuramos convencernos de que nada grave vendrá, que son sólo algunas manifestaciones de extremistas nostálgicos, sin mayor peligro. Pero no, no nos engañemos: hay un plan que avanza. La práctica de la confrontación, que exacerba e incita a la violenta imposición, está vigente. No están improvisando. Están en una tarea sistemática para destruir las instituciones, para erigir un nuevo Estado autoritario, es decir antidemocrático.

La plan se desarrolla permanentemente y con tozudez: Se alienta el ataque a todo lo existente: partidos políticos, Poder Judicial, empresas privadas, medios de comunicación, Embajada de los Estados Unidos, mecanismos de arbitraje internacional y, lo que parece una demasía, la Iglesia Católica. Para estos ataques, el régimen no necesita voceros, porque el propio presidente es el que da la tónica de la agresividad. Y no hay que sorprenderse, esto responde a esa estrategia de confrontación y de destrucción institucional.

Está circulando un documento por correo electrónico, que muestra un esquema “masista” de confrontación. Se trata de algo serio, sin adjetivos y sin cargas sectarias. En él se caracteriza el modelo totalitario que se intenta entronizar. Señala, por ejemplo, que hay evidencias de que se vulnerará la justicia y el principio de igualdad ante la ley, cuando un ciudadano indígena –sólo por su raíz étnica– no podrá ser juzgado por la justicia ordinaria. Para ello –agrega– se impondrá la llamada “justicia comunitaria” aquella de los castigos corporales (a latigazos), que ya no tienen cabida en el derecho moderno.

Y sigue el citado documento: el modelo del MAS vulnerará “la dignidad humana al establecer un principio de origen étnico como base del ejercicio pleno de la ciudadanía”. Añade que la propuesta también vulnerará “la unidad del país y de los bolivianos” puesto que se apresta a crear “Estados dentro de otro Estado”, y a generar “conflictos de límites interiores con la reterritorialización”, en el intento de deformar el régimen de autonomías regionales y creando supuestas autonomías de grupos étnicos.

El mismo documento esquematiza el proyecto político del partido ahora en el gobierno: “Objetivos: Toma del poder absoluto: …hemos llegado al gobierno pero aún no tenemos el poder” (García Linera – Evo Morales); consolidación del “Poder Aymara”; todo sobre la base de la “reivindicación de lo indígena ante los 500 años de postergación” para lo que se destruirá el “Estado de Derecho colonialista, instrumento de dominación de las oligarquías”; tomar “como eje de motivación y movilización”, la premisa de que “es ahora el momento de la revancha histórica, de la descolonización y de la liberación”. Consecuentemente, la consolidación del proyecto de MAS consiste en:

Toma del gobierno

Asamblea Constituyente (Objetivo fundamental):

Constitución Plurinacional (instrumento de consolidación por la vía democrática)

Reelección indefinida

Poder Social Plurinacional

Parlamento “UNICAMERAL PLURINACIONAL”

Consolidación de un padrón electoral favorable:

Voto a los 16 años

Carnetización del área rural

Descabezamiento y control de la Corte Nacional Electoral.

Voto en el extranjero.

Control del Poder Judicial y de la Contraloría de la República

Eliminación de los posibles adversarios

Creación del Poder Social Plurinacional.

§ Poder por encima de los tres poderes del Estado.

§ Conformado por representantes de las 36 naciones originarias y 6 interculturales (mestizos y blancos)

§ Fiscaliza, controla y decide sobre los 3 poderes del Estado (Ejecutivo, legislativo y judicial)

§ Controla el “orden constitucional”

§ Sus decisiones son inapelables.

El documento concluye con una exhortación a la ciudadanía a “reivindicar el Estado democrático de Derecho, defendiendo los principios de libertad, igualdad, dignidad, equidad, justicia, unidad del país y paz social”. Cualesquiera sean los asertos de este documento, resulta evidente que el proyecto “masista” es establecer un Estado totalitario, antidemocrático y abiertamente anacrónico. Negarlo, o esperar que no se dé tal extremo es, por lo menos, una ingenuidad culpable. Y de ello no se libra la actual oposición.

[1] “Masista”: del MAS, Movimiento al Socialismo, partido de gobierno en Bolivia.

[2] De la propaganda oficial en los medios de comunicación, en especial en los canales de televisión.


19 de mayo de 2007

I

Bolivia, Venezuela e Irán

El pasado 10 de mayo, el diario The Washington Times de la capital de los Estados Unidos publicó un preocupante artículo, cuyo autor es el señor Martín Arostegui, con el título de “Chávez presiona a sus aliados para respaldar a Irán; Teherán ofrece concesiones comerciales”[1]. En las partes más destacadas del mencionado artículo, se dice:

“Con el señor Morales sentado a su lado, en su programa televisivo “Aló Presidente”, el señor Chávez requirió de Irán que analice las vías que tiendan a incorporar a Bolivia y a otros miembros de su Alternativa Bolivariana (ALBA) en de los convenios económicos firmados con Venezuela.” Y añade: “ALBA es un mercado común socialista formado por Venezuela y Cuba, al que recientemente se incorporaron Bolivia y Nicaragua. Los señores Chávez, Morales, Ortega y el vicepresidente cubano Carlos Lage se reunieron en Caracas para coordinar políticas comerciales”.

Y aquí viene lo que podría preocupar aún más: “El señor Chávez hizo público su apoyo a las ambiciones nucleares de Irán y abiertamente pidió ayuda para construir un reactor nuclear venezolano”.

Más adelante, afirmó que “algunos analistas especulan que las conversaciones en curso entre Irán y Bolivia podrían incluir concesiones mineras de las reservas de uranio del país de las tierras bajas del Oriente del país, donde Venezuela está estacionando tropas, de acuerdo con las autoridades locales.”

Pudiera ser –habrá que dar el beneficio de la duda– que en el artículo haya exageraciones con respeto a los propósitos nucleares en el acercamiento venezolano–iraní. Pero también es verdad que hay antecedentes preocupantes. Este acercamiento de Chávez con Irán no es nuevo, pero ahora es más desembozado y con muchos elementos e intereses entrecruzados.

En América Latina, aún persiste la visión del salvaje atentado terrorista, atribuido al gobierno de los “Ayatolaes” iraníes, contra la AMIA (la mayor institución hebrea en la Argentina, país que alberga a una de las colectividades judías más numerosas fuera de Israel) que dejó una gran cantidad de muertos y que, como sugiere el artículo, pudo ser el motivo para que el presidente de la Argentina haya evitado encontrarse con el representante iraní durante la asunción del mando del nuevo presidente ecuatoriano.

Pero ahora, lo ostensible es que el elemento que desata las mayores tensiones es el tema nuclear, pues existen intereses en la transferencia de tecnología y materia prima nuclear a Irán en abierta colisión con la política de Estados Unidos, opuesta a la proliferación de armas nucleares y que es compartida en general por los países europeos. Washington ve en la proliferación –casos de Corea del Norte y del propio Irán–, un serio peligro para su seguridad nacional.

Con estos antecedentes, podría parecer curiosa la suave actitud de los Estados Unidos hacia el actual gobierno venezolano que realmente representa un problema mayor, con el añadido de una alienación boliviana, importante por la situación central del país en el sub–continente americano. Pero hay algunos indicios –simplemente indicios, por cierto– del por qué de esta pasividad de Washington. Estados Unidos produce petróleo pero no satisface su enorme demanda. Se provee de cuatro fuentes principales: Medio Oriente (Arabia Saudita, Kuwait, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, y otros), Venezuela (uno de sus grandes proveedores), en menor escala México y, por último, su producción nacional. Hay que tomar en cuenta que el principal abastecedor (el Medio Oriente) está enclavado en una región ya tradicional en tensiones y violencia, y puede ser cambiante y peligrosa, con lo que esta fuente podría, en algún momento, dejar de ser totalmente confiable.

Queda, entonces, como abastecedora principal, Venezuela, que pudiera condicionar sus relaciones con Estados Unidos, puesto que no es probable que éste haya encontrado aún opciones inmediatas y baratas para sustituir las importaciones desde Venezuela.

En todo caso, el juego venezolano puede resultar peligroso, no solamente para el resto del continente sino también para el propio Chávez, en caso de una emergencia nacional estadounidense.

Por otra parte, habrá también que convenir en que la actitud de Chávez de confrontación permanente con Washington, sin que falte el lenguaje soez e insolente, ahora con el mayor ingrediente que es la inclusión de Irán en este juego, tiene la contrapartida de que Caracas difícilmente podrá encontrar un mercado confiable y cercano para su petróleo como el americano. Es más: Estados Unidos es el mayor proveedor de mercancías a Venezuela, cuyo abastecimiento no se fácil de sustituir rápidamente.

En lo anterior parece que se centra una especie de empate, que evita desenlaces más dramáticos en esta encrucijada política que ya va tomando otras dimensiones, con la participación de actores extra–continentales.

La incorporación en la confrontación, además de Cuba y Venezuela, de Bolivia, Ecuador y Nicaragua, no hará variar el fiel de la balanza en Latinoamérica. Con Irán de por medio, no es previsible que la Argentina tenga mayores vínculos en una acción conjunta con el chavismo, y tampoco Brasil, que tiene en vistas un negocio mayor con los Estados Unidos: los bio - combustibles y que, precisamente, constituyen ya una preocupación para el eje La Habana-Caracas-Managua-Quito-La Paz, como lo demuestran los disparatados argumentos del retirado líder cubano contra esta opción de sustituir una buena parte a los hidrocarburos como fuente de energía.

Es verdad. La tensión puede agravarse. Pero cuándo y en qué proporción, es difícil de prever ahora.

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[1] Chavez presses allies to back Iran; Tehran offers trade concessions”.

II

Los vientos del autoritarismo

No era –y no es– una preocupación infundada. Esto hace que en este artículo no haya nada nuevo. Es, simplemente, la reiteración de esa preocupación. Y siguen los hechos que justifican los temores, pues “el camino hacia el totalitarismo pasa por la destrucción de las instituciones republicanas y la subordinación de los poderes del estado al poder político” que es lo que se intenta hacer el actual régimen con el Poder Judicial. En efecto, en esta semana, se ha escrito y se ha opinado mucho sobre el fallo del Tribunal Constitucional que declara, con riguroso apego a la ley, cumplido el mandato de los ministros interinos de la Corte Suprema de Justicia que fueron nombrados por el Poder Ejecutivo, y todo con el escandaloso anuncio, con las habituales injurias, de que se enjuiciará a los miembros del Tribunal por tal decisión. Nada habría que añadir.

Ahora resulta claro que los vientos autoritarios están llegando. Todo en medio de una agresividad insultante y desconsiderada. Para los ingenuos –muchos lo fuimos– parecía, sin embargo, que esta práctica de mal gusto y de incultura política, era inocua; y que, mientras se quede en lo verbal, el daño se volcaría contra el autor de esta inconducta y, por eso, no había que alarmarse.

Pero no. La acción es sistemática para lograr el cambio (“Bolivia cambia. Evo cumple...” dice la propaganda oficial) que se orienta al establecimiento de un estado autoritario, con influencias del locuaz y pendenciero presidente venezolano y de los “ideólogos” de un indigenismo anacrónico y, ciertamente, excluyente, que recluta a radicales nostálgicos.

Sin embargo, en este caso, se está yendo lejos. El propósito muestra la verdadera esencia de un gobierno intolerante, resuelto a imponer su voluntad a cualquier precio. Se ha dicho que, sin una administración de justicia independiente, no hay la libertad. En esta columna se menciona la libertad corriendo el riesgo que alguna vez –hace ya casi veinte años– señaló Vargas Llosa: hay que desconfiar de quienes hablan de la libertad porque llevan oculto el propósito de conculcarla. Pero se corre ese riego, pues el designio oficial es ostensible. No hay dudas de que se está entrando en el tortuoso camino del autoritarismo, de la concentración del poder en manos de un grupo político que, circunstancialmente, obtuvo la mayoría de los votos ciudadanos. La mayoría siempre cambia y ese cambio es parte de la práctica democrática.

Así, unas veces con espectacularidad, y otras sin ser advertidas, van cayendo las instituciones republicanas. (no se salva ni el Servicio Exterior de la República). Y eso que la Constituyente no ha llegado aún a imponer muchos cambios anunciados con su mayoría obsecuente, y que ya se vislumbran como negadores de derechos y de libertades democráticas.

Las enseñanzas del pasado hacen prudentes a los hombres. Pero solamente si se las sigue como ejemplos esclarecedores. Ya Franz Tamayo sentenció que nadie es impunemente poderoso, y vaya que hay tantos casos en Bolivia en que los soberbios terminaron su egolatría tristemente abandonados, solitarios, denostados y rechazados. Y para alimentar más esa soberbia, ahora hay voceros ciegos, a quienes, según parece, se les encomendó la defensa de los desaciertos, y no dudan en usar la procacidad en ataques arteros y falaces.

Y a propósito de propaganda, es notorio que se procura imponer el culto a la personalidad, en el mejor estilo de la era trujillana en la República Dominicana, cuando el caudillo era el “padre y protector de la patria nueva y la rosa náutica de la Armada Nacional”. Así, ahora en Bolivia, no hay anuncio gubernamental sin el sello de la propaganda que exalta a una persona. Y esa persona, se ensimisma en el elogio insustancial e hiperbólico de áulicos que buscan prebendas. Esto impulsa ahora, ya no sólo al insulto y la amenaza, sino a la búsqueda desembozada de copar todo el poder, así sea avasallando instituciones y leyes.



12 de mayo de 2007

Se "recuperaron" las refinerías: ¿Ahora qué?

Todavía resonaban los anuncios de las autoridades bolivianas sobre la venta (¡vaya la insistencia en mencionarla como "recuperación"!) de las refinerías de petróleo de la empresa brasileña PETROBRAS, y la televisora estatal (Canal 7) se lanzó al desvergonzado panegírico junto a un ataque furibundo contra los regímenes "neoliberales" que lo "habían enajenado todo: riquezas y empresas productivas" mezclando el habitual "Bolivia cambia, Evo cumple" como curioso –inédito en Bolivia– culto a la personalidad.

Esta columna no abordará ahora los pormenores de la negociación de la "recuperación de las refinerías", ni la puja por el precio, ni las condiciones finales de la compra-venta. La intención es otra: mostrar lo que preocupa: la secuela de desprestigio ocasionado por una pugna irresponsable con un país vecino y por una crisis diplomática que, a la vez, se pretende ya olvidada. Esta faceta merece algún detenimiento y ser tratada también sin el ropaje pseudo-técnico que simplemente tiende a hacer difusa la cuestión.

Nuevamente, la inclinación por la torpeza se pone de manifiesto con irresponsabilidad, dañando aún más la confianza en el Estado –al gobierno casi no le queda ninguna–, tanto interna como externa. El abanico de dificultades parece que no tiene fin. Es la práctica de la bravuconada, del cinismo insultante o, simplemente, del predominio de la ignorancia sobre las realidades actuales. La política, incluida la internacional, es ciencia de realidades.

La negociación con PETROBRAS para la compra-venta de las refinerías, fue tensa. No correspondió a lo que se procura mostrar: un clima armonioso en las relaciones boliviano-brasileñas, supuestamente de gobiernos afines. Las declaraciones, especialmente de altos personeros del oficialismo en Bolivia, fueron agresivas, lindantes con la bravuconada. Se olvidó que PETROBRAS es un emblema brasileño, encarna el orgullo de ese país que, sin ser gran productor ni exportador de hidrocarburos, ha logrado crear una de las más grandes transnacionales petroleras del mundo. PETROBRAS, no es patrimonio de un presidente ni de un régimen y, por ello, ni aún con declaradas solidaridades, ninguno de sus políticos o mandatarios se atrevería a dañar los intereses de esta empresa. Así se entiende la dureza brasileña, y así también se entiende cómo se impuso un precio que supera en mucho la oferta boliviana.

¿Qué esperamos? Seguramente un período de transición en el campo de la refinación de petróleo, alimentado con la "concesión" de permitir que en el régimen salarial de este sector, se supere el sueldo asignado al Presidente de la República. Luego será inevitable que, ante semejante tentación de ganar lo inaccesible para otros sectores, –ya hay ejemplos concretos– pretendidos nuevos "especialistas" del oficialismo presionen –"avales" de por medio– para ingresar como empleados bien pagados. Así, ¿quien puede garantizar continuidad y eficiencia? Pero este es el factor interno.

Ahora, ¿habrá empresa –fuera de la venezolana que es usada como instrumento político del chavismo populista– que en adelante se atreva a invertir en el país? Las tendencias ya están dadas: Bolivia es uno de los países más riesgosos para la inversión extranjera. Y conste que para el desarrollo la inversión extranjera es indispensable en países, como Bolivia, que sufren una crónica escasez del ahorro interno. Esa calificación de riesgo, no es caprichosa; proviene de indicadores, y no de impulsos individuales subjetivos o de la animosidad política como pretende hacer ver la propaganda oficialista. Basta constatar esto en la prensa continental que trata sobre la confianza o desconfianza para invertir en uno u otro país.

El diario El País de Montevideo, Uruguay, ayer viernes 11 de mayo, celebró que ese país haya logrado en América Latina concitar confianza para el inversionista. En efecto, un estudio de la calificadora de riesgo Standard & Poor's (S&P) "mostró que Uruguay está mejor ranqueado en áreas como facilidad para hacer negocios, desarrollo humano y distribución del ingreso que varios países que tienen el grado inversor… La calificadora realizó un índice global con todos los rankings que tomó. En ese índice Uruguay está en el tercer puesto y fue sólo superado por Barbados y Chile." No se incurra en error: Uruguay está gobernado por el Frente Amplio, declaradamente de izquierda. Pero se respetan las leyes y se cumple en proteger las inversiones, conforme a las reglas internas e internacionales, estas últimas provenientes de convenios internacionales. Y pensar, en nuestro caso, que, con ausencia de rigor jurídico, un llamado embajador habla de sustituir –¿unilateralmente?– los convenios de protección de las inversiones recíprocas con los principales y más poderosos países del mundo.

Y no se olvide la prepotencia que predomina en el intento de "recuperar" ENTEL, que ya irrita a la Unión Europea. Es que la espiral de maltrato verbal y de las amenazas y bravuconadas ya no tiene límites. Ni siquiera las menciones de que el "compañero" Lula es un aliado o buen amigo del gobierno, conseguirá reparar el daño ocasionado. Se vendieron las refinerías, es cierto. Se aceptó elevar el precio ofertado por Bolivia, también es cierto. Pero las formas, tan importantes en diplomacia como el fondo mismo, han sido lamentables. La amenaza trae consecuencias impredecibles y lo que tanto se teme: la desconfianza. Pero es más: luego de esta crisis ¿se podrá hablar de un eje político que incluya simultáneamente a la Bolivia del "masismo" indigenista y al Brasil de Lula da Silva, que es muestra de moderación y sindéresis? Probablemente no.

Otro plato roto –¡y qué valioso…!

5 de mayo de 2007

Cuando llega el límite…

Es difícil saber cuándo se ha llegado al límite de lo tolerable, especialmente si se van “rompiendo tantos platos”, cuya reposición seguramente demandará tiempo, esfuerzos, imaginación y no pocos sacrificios. Esto recuerda la espada permanente pendiente sobre las cabezas de los dirigentes mundiales durante la Guerra Fría, que tenían que reconocer cuándo llegaría el límite del armamentismo que ponía en peligro la supervivencia de la estirpe humana, y cuál era el precio razonable a pagar, que, al final, resultó inmenso. Ciertamente, llegó el límite. No hubo que reconocerlo. Simplemente se cayó un sistema y, aún hoy, no se conoce con precisión la magnitud del daño político, moral, social y económico que produjo esa pugna mundial.

En esto de los límites, muchas veces se presenta el dilema de saber en qué medida es tolerable el avance del autoritarismo orientado a absorber todo el poder, negando las libertades democráticas. Y eso se percibe fácilmente cuando, en nombre de cualquier cosa – circunstanciales mayorías, movimientos sociales y hasta socialismo y revolución– se pretende un irracional cambio de todo, inclusive para volver al pasado con regímenes anacrónicos, negando avances y derechos de la ciudadanía considerada en su conjunto. Pero es más: en el populismo –y más aún en el que se ceba en el culto a la personalidad– frecuentemente se exhibe una soberbia insultante, insensata… Esto es notorio ahora en declaraciones y discursos.

¿Bolivia está llegando a esos límites? O se trata, simplemente, de manifestaciones inocuas de un experimento político folklórico.

Veamos: Por cierto que en este afán provocador, hay una inspiración aceptada con ingenuidad: la del régimen actual de Venezuela. Y vaya que se avanza en esto de la provocación, emulando inclusive la locuacidad insolente del mandatario de Caracas, sin petrodólares claro está. Las muestras están a la vista y señalan un peligroso sendero –no tan “luminoso” pero igualmente peligroso– para la entronización de un régimen totalitario, asentado en slogans. ¿Programa? Para qué, si se tiene la mayoría….

Pero este experimento es más que un fenómeno intrascendente. Ya pasó el entusiasmo inicial por lo inédito: un indígena ha llegado al poder. Lo que sí hubiera sido importante y duradero es que ese indígena, sin patrones o preceptores externos como Chávez o Castro, hubiera conformado un gobierno progresista, verdaderamente empeñado en una verdadera inclusión –¡vaya palabreja de moda!– y así fortalecer la unidad; unidad de regiones y de grupos de esta nación diversa que se llama Bolivia. No habrá nadie que ignore que la desesperanza y el temor ante la provocación del oficialismo, se apodera de muchos que ya empiezan a creer que su única oportunidad de supervivencia es emigrar.

Pero, si lo anterior que ya es grave, sucede a los bolivianos, habrá que ver otras señales que son mucho más peligrosas para el futuro: las preocupaciones que provienen del exterior; es decir como una expresión palpable de que este mundo es, en verdad, interdependiente.

Los entredichos ya están en las primeras páginas, y se refieren a las pretensiones de imposición para disponer de espacios económicos, extendiendo el poder político a todos los sectores de la vida nacional. Los designios absorbentes –oficialistas, por cierto– van lejos. Se está empezando a seguir una política de aislamiento, esta vez traducida en el retiro de los sistemas internacionales de arbitraje a los que se imputa, por anticipado, parcialidad en litigios que ya piensa promover, y que están a la vista con ENTEL y PETROBRAS. El sistema de arreglo de las disputas por tribunales de arbitraje, es una expresión práctica del reconocimiento de la igualdad jurídica de los Estados. Pero esto ¿es inteligible en las instituciones bolivianas ahora desmanteladas e inoperantes, como la Cancillería, dirigida por alguien que declara lejos de los libros (1), o sea de la cultura que enriquece a personas y sociedades. Parece interesante reafirmar lo que se dijo en “Mi opinión” del sábado de abril de 2007: “En esto de aislarnos, aunque parezca una paradoja, no estamos solos. Tenemos el triste consuelo de la compañía y el aliento insano del Presidente de Venezuela, quien está enfrascado en sembrar la división y el odio irracional, buscando apoyos en espíritus poco avisados. Y, en ese empeño, compromete la inmensa riqueza de su país, que bien podría cimentar el progreso y el bienestar”.

En cuanto a PETROBRAS, no es sólo una empresa más y no es propiedad de un Presidente. Representa la pujanza y el orgullo del Brasil que, sin ser exportador de hidrocarburos, ha creado esta poderosa transnacional. Pretender fijar unilateralmente precios de propiedades –las refinerías en este caso– parece que no es aceptable para nadie. Así se cae en un conflicto.

El litigio promovido por el “masismo” para recuperar ENTEL ha producido un grave litigio. Tampoco se trata solo de la empresa Euro Telecom Internacional, que se siente avasallada. Es, ahora, un asunto de la Unión Europea. Y las advertencias son claras: o el Gobierno de Bolivia respeta los compromisos asumidos –en este caso con la firma de un acuerdo con Holanda, país sede de la empresa–, honra sus compromisos y paga compensaciones justas ante eventuales nacionalizaciones, o habrá consecuencias. Pero las respuestas oficiales siguen torpes. Las acusaciones inconsistentes. Y la soberbia parece que impedirá consensos justos.

No parece impertinente referirse nuevamente a lo ya publicado en la prensa nacional y extranjera: Franco Frattini, vicepresidente de la Comisión Europea –el influyente órgano comunitario de la Unión Europea– espera que el Gobierno de Bolivia “quiera respetar las reglas internacionales”. Esto tenemos que entenderlo bien, puesto que la armonía de la comunidad de naciones se basa precisamente en el respeto de esas reglas internacionales es decir de los acuerdos que asumen los Estados. Apartarse de ello significa simplemente estar en la ilegalidad internacional.

Y añade el señor Frattini: “Estoy preocupado porque he conocido que el desarrollo de las negociaciones habría sido en un clima aparentemente poco sereno y nada amistoso…. Los ejecutivos de Telecom han abandonado el país preocupados por riesgos a su seguridad” (La Razón. Página A10, La Paz, 4 de mayo de 2007). Y, es para preocuparse, puesto que son muchos los ejemplos de la actual conducta de aleccionar a adherentes para que salgan a las calles a amenazar a quienes discrepan con el Gobierno.

Es difícil en un escrito, referir todas las provocaciones, lo insensato, los espectáculos montados como mascaradas políticas, las inconsistencias y las contradicciones, el debilitamiento de las instituciones republicanas, la pretensión de controlar la información con redes de difusión financiadas por un poder extranjero, el desprecio oficialista a la voluntad de regiones que buscan su autonomía. Pero, ciertamente, es posible reconocer que nos estamos acercando, en lo interno e internacional, al límite de lo tolerable. Y el daño que se está causando al país –¡cuánto costará repararlo en el futuro– es inmensurable.

Por un lado, se está echando por la borda un instrumento, como el gas, sobre se podía cimentar el desarrollo y el progreso. Por otro, se compromete el prestigio y la seriedad de una Nación. Y cuando llegue el límite intolerable y la hora de pagar ¿tendremos posibilidades para reponer los platos nuevamente rotos?

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(1) Para muestra un botón: El Canciller está en funciones hace ya más de un año y tres meses y, como se sabe por declaración propia, no lee. Quizá por eso, ahora, en conferencia de prensa (caso Zurita) candorosamente muestra que aun no sabe que el pasaporte diplomático no exime de visas cuando los países receptores así lo exigen. Para viajar a los países miembros de la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá, miembros del Caricom, China, Rusia, etc., etc. aun siendo diplomático y con pasaporte de esta clase, se requiere visas. Este funcionario, ingenuamente quiere demandar a Iberia por el descuido de la senadora que no obtuvo la necesaria visa. Vaya otra tontería.